Los brotes de SARS-CoV2, el virus que causa Covid-19, en plantas procesadoras de carne, se están registrando en varios países como Irlanda, España, Australia, Alemania, Brasil, Canadá y el Reino Unido. Diversey, un proveedor estadounidense de productos de limpieza que opera desde 1923, ha estado buscando continuamente formas de ayudar a nuestros clientes para que sigan ofreciendo servicios en las comunidades sin que representen un riesgo para la salud de las personas.
Con este fin hemos creado una guía mejorada que presenta consejos de mejores prácticas para ayudar a proteger a empleados, instalaciones y, en resumen, negocios de este sector o en estos tiempos inciertos.
Un brote de coronavirus en una industria cárnica puede tener implicaciones de gran alcance para la empresa. Es deber del dueño o director proteger la salud, la seguridad y el bienestar de sus empleados y de otras personas que puedan verse afectadas. Dada la evolución de la pandemia y considerando que desde hace más de un año causa estragos en todo el mundo, las repercusiones han sido sanitarias, sí, pero también económicas. En este orden de ideas, la salud, la seguridad y la vida de los empleados son preocupaciones clave para la industria.
En línea con esta realidad tan compleja y complicada, y con base en la condición de uso intensivo de mano de obra en las operaciones, los sistemas de inspección regulatoria y las asociaciones industriales en muchos países están exigiendo que los procesadores de carne tomen medidas graduales para prevenir la propagación de la enfermedad entre el personal. Estas medidas incluyen la intensificación de las prácticas de higiene personal; la evaluación de las condiciones generales de salud de los empleados; mecanismos de intervención para evitar la propagación del virus a través del aire; la actualización de los SOP actuales y el control continuo de la calidad del agua.
Multas, cierre de plantas y escasez de mano de obra se encuentran entre los riesgos asociados por la no implementación adecuada de estas medidas higiénicas. Además, el riesgo de no cumplir a los clientes y, con ello, de perder prestigio de marca, tendrían graves consecuencias.
Este escenario sería devastador porque implicaría la pérdida de productividad, la alteración de la cadena de suministro, el surgimiento de miedo y rechazo a comprar productos cárnicos y la caída del consumo obligaría al sacrificio de millones de animales de granja. Las pérdidas económicas serían estratosféricas y las afectaciones a los ganaderos y, específicamente, a los procesadores de carne, quizá no les permitirían remontar la situación, de ahí el valor e importancia de introducir estas medidas cuanto antes en estos y otros negocios.
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