Las lecciones de COVID-19 a favor de la seguridad alimentaria
Ya sea un microorganismo transmitido a través de los alimentos, por contacto directo, gotitas, un vector o la ruta aérea, las lecciones básicas para la prevención de infecciones y la seguridad alimentaria son prácticamente las mismas. Se trata de evaluar los riesgos, llevar a cabo comportamientos efectivos y corregir todo lo necesario con base en datos sólidos y confiables. Así como un círculo no tiene fin, este ciclo debe repetirse una y otra vez para una mejora continua.
Preparación para la prevención de infecciones COVID-19 respaldada por el Sistema de Gestión de Seguridad Alimentaria.
La pandemia reciente ha aumentado la conciencia y la implementación de buenas prácticas de higiene que también son críticas para la seguridad alimentaria. A partir de la introducción de Buenas Prácticas de Higiene (BPH) y el establecimiento del sistema de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (HACCP) (CAC, 2003), los Sistemas de Gestión de Seguridad Alimentaria (SGSA) se han vuelto cada vez más críticos. Hay varios elementos comunes que se encuentran dentro del enfoque del British Retail Consortium (BRC, 2018), los Estándares Destacados Internacionales (IFS, 2017) y los Alimentos de Calidad Segura (SQF, 2019) que son fundamentales para la seguridad alimentaria. Uno de esos programas es el Programa de Prerrequisitos (PRP), que es la base de todos los sistemas HACCP y SGSA. Un enfoque basado en los peligros es vital para identificar, controlar y reducir los riesgos de seguridad alimentaria en todas las cadenas de suministro de alimentos.
Al igual que en una pandemia, un enfoque basado en el riesgo es un pilar fundamental para mitigar el riesgo de crisis de seguridad alimentaria y fortalecer la resiliencia de las empresas.
Un estudio reciente (“Efectos de la pandemia de COVID-19 en la seguridad alimentaria”, estudio de encuesta de varios países, abril de 2021) demuestra la efectividad de la implementación del sistema de seguridad alimentaria durante la pandemia de COVID-19 citando la madurez del SGSA como el principal desencadenante. Esta encuesta multinacional coordinada por la Facultad de Agricultura de la Universidad de Belgrado se llevó a cabo en 16 países en los que participaron 825 empresas alimentarias. Con base en los resultados se identificó el nivel de madurez del sistema de seguridad alimentaria vigente como el factor decisivo para clasificar las respuestas de las empresas a los desafíos de la pandemia. Se ha confirmado que las empresas con un SGSA avanzado, armadas con una gestión dinámica de riesgos y una cultura de seguridad alimentaria vigorosa, han implementado medidas preventivas de COVID-19 más rigurosas dentro de sus instalaciones operativas.
Prepararse para el Sr. Murphy: la importancia de la adaptabilidad y la conciencia
Este estudio reveló que la conciencia del personal es reconocida como el atributo más influyente en la implementación de las prácticas de prevención de infecciones por COVID-19. Esto se alinea firmemente con la convicción de Diversey Consulting de que la cultura de seguridad alimentaria y el factor humano son requisitos previos para una gestión eficaz, precisamente, de la seguridad alimentaria.
Y la definición de la cultura de seguridad alimentaria es la siguiente: valores, creencias y normas compartidas que afectan la mentalidad y el comportamiento hacia la seguridad alimentaria, a través y en toda la organización. Es el producto de las actitudes, creencias y comportamientos de los empleados que determinan el compromiso y la solidez de la gestión de la seguridad alimentaria de una organización.
En pocas palabras: el comportamiento seguro hace que los alimentos sean seguros. Establecer una cultura de seguridad alimentaria en la que todas y cada una de las personas no solo conozcan el riesgo potencial y su función, sino que comprendan que forman parte de la ecuación completa de la seguridad alimentaria, es una estrategia indispensable para alcanzar los objetivos de seguridad.
Si bien una cultura sólida de seguridad alimentaria incluye expectativas concretas, también es una entidad que debe evolucionar constantemente. Cualquiera que haya trabajado en la industria alimentaria seguramente se ha encontrado con la “ley de Murphy”, el epigrama que suele expresarse como: “Todo lo que puede salir mal, saldrá mal”.
Y para evitar la visita del Sr. Murphy, la adaptabilidad es otro pilar básico en un sólido sistema de gestión de la seguridad alimentaria. Los factores clave para una hoja de ruta en el cambio de cultura son mantener una comunicación sólida y generar aceptación: hacia arriba, hacia abajo y horizontalmente. La comunicación adecuada ayudará a garantizar que el programa se implemente correctamente y que todas las personas de la empresa no solo comprendan su función, sino que se den cuenta de que son una parte integral de la ecuación general de seguridad alimentaria.
Al igual que en una pandemia, el nivel de conocimiento de las personas y su conducta personal marcan la diferencia en el mundo de la seguridad alimentaria.
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